lunes, 15 de octubre de 2012

El instinto materno 2: Mujeres en el espacio y en el tiempo



Familia con nodriza. Siglo XIX
La idea de que las mujeres tenemos un instinto maternal es relativamente nueva en Occidente.
¿Cómo explicar, si existe un instinto natural para criar a los hijos, que durante buena parte de nuestra historia fueran comunes el infanticidio y el abandono de niños indeseados por minusvalía, deformidad o nacimiento extramatrimonial? ¿O que estuvieran tan extendidos el maltrato y los castigos corporales a los niños?
Según el historiador Philipe Ariés, el origen de la idea del instinto maternal está ligado al desarrollo progresivo del concepto de infancia. Hasta fines la Edad Media casi la mitad de los hijos nacidos no llegaban a adultos. De ahí que, para las madres, la infancia no fuera un estado gozoso sino una carrera de obstáculos en la que no convenía aficionarse demasiado a los concursantes.

Hans Holbein. 1535

Recién hacia mediados del siglo XVI, cuando los avances en la ciencia y la tecnología hicieron posible la supervivencia de más niños, las madres pudieron permitirse un vínculo afectuoso con sus hijos.
B. Murillo. 1670

En el arte se evidencian los cambios que se van operando en el sentimiento materno. A las escenas desgarradoras del Medioevo, donde los niños eran arrebatados por la muerte, suceden las escenas domésticas que reviven con ternura la infancia de Jesús y refuerzan el vínculo afectuoso entre la Madre y el Niño.
Sin embargo, hasta bien entrado el siglo XIX siguió siendo común la práctica de entregar a los recién nacidos a amas de leche y, en las clases más privilegiadas, delegar la crianza de los niños en nodrizas durante años.

“¿Es posible, acaso, hablar de un instinto que no se manifiesta durante siglos?”, se pregunta Elizabeth Badinter. Para la filósofa feminista francesa, el instinto maternal es un mito que apunta a reforzar moralmente la primacía de la biología por sobre la cultura, promoviendo la tiranía de la madre perfecta (la que se queda en su casa) y favoreciendo los sentimientos de culpa si una mujer no considera “que le debe todo a su hijo: su leche, su tiempo, su energía”. 
(Les dejamos el link para que puedan leer la entrevista que le hicieron en la revista Ñ, Contra la tiranía de la madre perfecta.


Margaret Mead en Nueva Guinea
Al mismo tiempo que los historiadores de la cultura buscaban evidencia de los cambios en el sentimiento maternal a través del tiempo, la Antropología de Género investigaba las diferencias en el espacio. Los estudios pioneros de Margaret Mead en Nueva Guinea, entre otros, desafiaron la idea de que haya una correspondencia natural estricta entre ser madre y ser mujer y demostraron que los roles de los varones y las mujeres con respecto a los hijos son construcciones sociales e históricas.

La manera de ser madre no viene en los genes, no es universal ni eterna. Cada sociedad elabora y consagra un modelo de madre a la medida de su época, de acuerdo a sus necesidades culturales, sociales y económicas, y establece sus propias reglas y prácticas de lo que debe ser una buena madre. Cuando las condiciones cambian, cambian los mitos. Lo que hoy nos parece ridículo o inaceptable (dar un niño a un ama de leche o hacerlo trabajar antes de la pubertad)en su momento fue considerado lo más conveniente. Reconocer que la idea del instinto materno es eso, una idea, y no una realidad es el primer paso para aceptar que cada madre es única y que existen infinitas maneras de ser madre. 


2 comentarios:

Comentar