La idea de que las mujeres tenemos un instinto maternal es relativamente
nueva en Occidente.
¿Cómo explicar, si existe un instinto natural para criar a los hijos,
que durante buena parte de nuestra historia fueran comunes el infanticidio y el
abandono de niños indeseados por minusvalía, deformidad o nacimiento
extramatrimonial? ¿O que estuvieran tan extendidos el maltrato y los castigos
corporales a los niños?
Según el
historiador Philipe Ariés, el origen de la idea del instinto maternal está
ligado al desarrollo progresivo del concepto de infancia. Hasta fines la Edad
Media casi la mitad de los hijos nacidos no llegaban a adultos. De ahí que, para
las madres, la infancia no fuera un estado gozoso sino una carrera de
obstáculos en la que no convenía aficionarse demasiado a los concursantes.
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Hans Holbein. 1535 |
Recién hacia
mediados del siglo XVI, cuando los avances en la ciencia y la tecnología hicieron
posible la supervivencia de más niños, las madres pudieron permitirse un
vínculo afectuoso con sus hijos.
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B. Murillo. 1670 |
En el arte se evidencian los cambios que se van operando en el
sentimiento materno. A las escenas desgarradoras del Medioevo, donde los niños
eran arrebatados por la muerte, suceden las escenas domésticas que reviven con
ternura la infancia de Jesús y refuerzan el vínculo afectuoso entre la Madre y
el Niño.
Sin embargo, hasta bien entrado el siglo XIX siguió siendo común la
práctica de entregar a los recién nacidos a amas de leche y, en las clases más
privilegiadas, delegar la crianza de los niños en nodrizas durante años.
“¿Es posible, acaso, hablar de un instinto que no se manifiesta durante
siglos?”, se pregunta Elizabeth Badinter. Para la filósofa feminista francesa,
el instinto maternal es un mito que apunta a reforzar moralmente la primacía de
la biología por sobre la cultura, promoviendo la tiranía de la madre
perfecta (la que se queda en su casa) y favoreciendo los sentimientos
de culpa si una mujer no considera “que le debe todo a su hijo: su leche, su
tiempo, su energía”.
(Les dejamos el link para que puedan leer la entrevista que le hicieron
en la revista Ñ, Contra la tiranía de la madre perfecta.
Al mismo tiempo que los historiadores de la cultura
buscaban evidencia de los cambios en el sentimiento maternal a través del
tiempo, la Antropología de Género investigaba las diferencias en el espacio. Los
estudios pioneros de Margaret Mead en Nueva Guinea, entre otros, desafiaron la
idea de que haya una correspondencia natural estricta entre ser madre y ser
mujer y demostraron que los roles de los varones y las mujeres con respecto a
los hijos son construcciones sociales e históricas.
La manera de ser madre no viene en los genes, no es universal ni eterna. Cada sociedad elabora y consagra un modelo de madre a la medida de su época, de acuerdo a sus necesidades culturales, sociales y económicas, y establece sus propias reglas y prácticas de lo que debe ser una buena madre. Cuando las condiciones cambian, cambian los mitos. Lo que hoy nos parece ridículo o inaceptable (dar un niño a un ama de leche o hacerlo trabajar antes de la pubertad)en su momento fue considerado lo más conveniente. Reconocer que la idea del instinto materno es eso, una idea, y no una realidad es el primer paso para aceptar que cada madre es única y que existen infinitas maneras de ser madre.
que horror!! no sabía que era asi! que buena la data, gracias! beso
ResponderEliminarLo bueno es que vamos progresando!!!
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